La historia real de cómo partieron las maratones se remonta a la época moderna. Más precisamente a los primeros Juegos Olímpicos modernos celebrados en Atenas en 1896. Durante esos juegos, se organizaron varias carreras de atletismo, incluida una carrera de 42.195 metros que se consideraba la distancia más desafiante. Sin embargo, la carrera no recibió el nombre de “maratón” hasta los Juegos Olímpicos de 1904 en St. Louis, Missouri, Estados Unidos.